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Acerca de la autora

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ENTREVISTA EN RADIO UNIVERSIDAD- 105.7 FM 22-03-24   El siguiente monólogo de Ester Brafa resultó galardonado con el primer premio en el concurso que se realizó en el 10º Festival UNA PUERTA A LA LIBERTAD en Octubre del 2009, fue leído por el actor HECTOR BIDONDE. ABRAZO    Si, doctor, un sueño, tuve un sueño. Pero esta vez tengo la sensación de no haber despertado, hay algo en mi cuerpo que aún está en el sueño, o el sueño en mí, no sé…   Estaba escribiendo un cuento y las palabras iban cayendo sobre el papel como si estuviera sacándome la ropa. Cada palabra se veía con el color y la textura de cada prenda. Escribía e iba desnudándome. Se tocaban el papel y mi piel. El abrigo era un verbo y un adjetivo la prenda íntima. Ya desnudo miré mi vestuario sobre la hoja y me di cuenta que éramos dos desnudos, frente a frente, ambos buscando el sustantivo. No aparecía el sustantivo…. y desperté… o parece, no sé… y sigo buscando el sustantivo. Nunca soñé algo así, doctor.   Lo raro

Nuevas publicaciones

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En el Museo Histórico Provincial Martiniano Leguizamón se expusieron los libros “Encantado Freud, soy Galileo” y “Curvas de la Sed”.   Más de 100 personas acompañaron la presentación de los dos últimos libros de la escritora Ester Brafa, durante un evento realizado este jueves en el Museo Histórico Provincial Martiniano Leguizamón   de Paraná. “A ‘Encantado Freud, soy Galileo’ la escribí hace 10 años y llegó a estar puesta en escena en ciudades de Entre Ríos y Santa Fe. Y ‘Curvas de la Sed’ responde a una serie de ideas y borradores que durante muchos años fui trabajando”, expresó la autora.   Durante el evento, el psicólogo Solidario Romero expuso sus reflexiones sobre “Encantado Freud, soy Galileo”, obra dramatúrgica publicada por la Editorial Fundación La Hendija. Al respecto, valoró que “el tema elegido por Ester ejemplifica cómo se comportan las sociedades ante innovaciones tan contundentes, que contradicen lo que se está viviendo y hacen trastabillar el orden social existente. La
APRENDÍ DEL RÍO Del río aprendí la fidelidad del agua el tiempo invisible la audacia                      y el caos.
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                                                             EL NERVIO OPTICO De María Gainza   Una mujer joven que en la realidad   la primera mitad de su vida fue rica y la otra mitad pobre. Una niña rica cuyo mundo se redujo al ómnibus que la llevaba y traía del colegio selecto a su casa y en los meses de vacaciones a los viajes cargados de visitas   a museos de arte. Los cuadros, la lectura, retazos de vida de pintores y las vivencias de esa niña que cuando fue adulta se deshizo de los mandatos de familia aristocrática pero no del caudal de su formación en el arte. El nervio óptico es una novela pero también un viaje por la historia de la autora, una colección de las glorias y fracasos de artistas, todo diseñado con un pincel de alguien que maneja las palabras de un modo insólito. Quien lea este libro sentirá en su cara las olas del mar borrascoso de Courbet y al propio Courbet que termina sus días en un mar de alcohol, mientras tanto la autora recuerda a su prima ahogada

Río seco

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Hambre de agua que pasa y nos mira hasta vernos la hondura. Diván a cielo abierto bucear en la humedad del recuerdo sus secretos y los nuestros. El río desnudo deja ver la entraña sin más palabras que sus huesos, sueña que alguien hará raíz en este tajo con más de dos bordes. Puedo escuchar el quiebre de una cicatriz ternura ausente que nunca se queja hasta el hueco parece una ofrenda. Río desnudo puedo medir el dolor que va de una orilla a la otra herida. Río seco y un dios que tiene sed.                                                       Ester Brafa

Herida

-Mi nombre es Federico Larrosa y no creo que pueda enseñarles algo que les interese.        Esa fue la presentación del Profesor de Filosofía y todos pensamos que con esa aclaración ya teníamos la materia aprobada.  Era el último año del bachillerato. Eso significaba un año por el cual había que transitar para llegar a la universidad, no un curso que valiera por sí mismo. Mejor dicho, todas las clases eran una excusa para reunirnos, hablar de nuestros proyectos, organizar el viaje de fin de curso. Y el tema central en las conversaciones era por supuesto qué carrera habíamos elegido y la universidad donde estudiaríamos. Yo andaba navegando entre varias, algunas eran sueños propios y otras frustraciones de mis padres.   Federico Larrosa no era joven ni viejo, alto ni bajo, pero hablaba de un modo como si cada frase fuera un tajo en nuestra piel, para ese entonces puro deseo.            -Como les dije soy conciente   de la dificultad de entusiasmarlos con los temas de esta asignatura. La